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Una de las formas más efectivas de aprender un nuevo idioma es practicar la comprensión oral y la comprensión de textos con contenido auténtico, es decir, con contenido de verdad. 

Esto significa leer blogs, informes, reseñas, indicaciones, etiquetas/instrucciones de medicamentos, cajas de cereales, horóscopos, galletas de la fortuna o cualquier texto que esté en el idioma que se está aprendiendo. También es muy útil ver películas o entrevistas, escuchar música, programas de radio o una conversación entre amigos.

El contenido auténtico o real les da a los alumnos la oportunidad de estar expuestos al tipo de contenido que, a fin de cuentas, es lo que buscan entender y producir por sí solos.

Si no usas contenido auténtico y enseñas con diálogos guionizados o materiales simplificados inventados por profesores de idiomas, no les estás dando ejemplos útiles a los estudiantes para que puedan entender o producir el vocabulario al que estarán expuestos fuera del aula. Y esto no solo no es efectivo, sino que tampoco es eficiente. Los estudiantes aprenderán frases y expresiones que probablemente no necesiten en la vida real y, además, perderán todo ese tiempo que podrían haber aprovechado para aprender con materiales auténticos.

Quizás, esto sería más claro con un ejemplo: una de las primeras cosas que hacemos al llegar a un país nuevo es pedir un café/bebida en una cafetería. Prácticamente todos los libros de texto de lengua extranjera tienen uno o dos diálogos para aprender a pedir un café, pero casi ninguno logra capturar lo que realmente se dice.

Piensa en la última vez que pediste café. ¿Pediste un americano? ¿Un café con leche? ¿Un espresso doble? ¿Un descafeinado en vaso con leche caliente? Estas son bebidas que las personas piden cada día pero podríamos apostar a que no hay un solo libro de texto en el mundo que prepare a los alumnos para pedir un descafeinado en vaso con leche caliente.

Imagínate un curso de idiomas donde los alumnos escuchen audios reales de gente pidiendo bebidas reales en una cafetería real. Sí, seguramente el vocabulario no sería de lo más estándar. Y probablemente sea difícil de entender. Puede que haya un acento muy marcado, difícil de descifrar. Pero estas son cosas que los alumnos experimentarán en la vida real la primera vez que vayan a pedir café a una cafetería. 

Esto mismo aplica al contenido auténtico en general. Puede que sea complejo. Puede que el material incluya vocabulario que el estudiante todavía no ha aprendido y, seguramente, una combinación de tiempos verbales. Y eso está bien. No les va a hacer mal a los estudiantes leer o escuchar textos que no entiendan. Si están bien preparados para el contenido real y si tienen claro que no van a entender todas o, en algunos casos, la mayoría de las palabras, podrán tener una experiencia con el idioma que se asemeja mucho más a lo que ocurre en la vida. Incluso los textos más complejos pueden dividirse en fragmentos más fáciles de manejar para que los estudiantes puedan aprovecharlos mejor.

Los estudiantes pueden ahorrar tiempo muy valioso usando contenido auténtico, ya que les permite practicar con materiales que, de todas maneras, quieren leer y entender.

El contenido auténtico también ayuda a los desarrolladores de materiales porque les permite aprovechar recursos que ya existen. Los profesores no deberían dedicar su tiempo a escribir diálogos o a simplificar párrafos cuando pueden usar ejemplos reales del idioma que van a enseñar. A fin de cuentas, el uso de contenido auténtico permite tener en claro los objetivos: los estudiantes pueden ver claramente que lo que están aprendiendo podrá ser aplicado en sus vidas y, además, practican con los materiales que necesitarán para comprender acentos desconocidos, para entender a personas que hablen muy rápido y para leer textos que usen construcciones complejas y vocabulario nuevo. Aprender un idioma es una de las cosas más difíciles que se le puede pedir a una persona. Y lleva mucho tiempo lograrlo. Por eso, hagamos lo posible para que no lleve más tiempo del necesario.