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El capital humano de una empresa puede ser su activo más valioso. En un mundo en constante evolución, dejar de formarse es un error que puede costar muy caro. Las empresas son conscientes de que tener talento e invertir es formación es una apuesta segura hacia mejores resultados. Sin embargo, solo el responsable de esta gran tarea sabe lo complejo que puede resultar contar con un aliado que haga que, tanto el esfuerzo de la empresa como del empleado, merezca la pena.

El volumen de trabajo, la poca claridad en las prioridades o la falta de información pueden hacer que la tarea de impulsar la formación de idiomas quede diluida. Estos son los errores que todo responsable de formación debe evitar:

No identificar la necesidad

Este es un problema importante ya que si no se detecta una necesidad en la formación de idiomas, no se seguirá avanzando en este aspecto. A menudo ni siquiera se plantea como una opción formativa. Empresas que no tienen proyectos internacionales o expectativas de expansión más a allá de sus fronteras, no se cuestionan la importancia de saber inglés. Sin embargo, hay muchos motivos por los que los empleados deben aprender inglés.

Por otro lado, la multitud de aplicaciones de traducción y aprendizaje de idiomas, han creado la falsa sensación de que “todo vale”. Quien haya probado Google Translate o Duolingo sabrá que, aunque pueden salvarte de algún apuro o incluso iniciarte en una lengua exótica, no pueden resolver las necesidades específicas de un profesional en su día a día.

Por lo tanto, la pregunta que todo responsable de formación y alto cargos deben hacerse es: ¿aporta valor que los empleados dominen el inglés? Si la respuesta es sí, hay que ponerse manos a la obra.

Falta de planificación

La falta de planificación hace que la búsqueda de un proveedor de formación de idiomas sea una urgencia de un día para otro. Esta selección puede ser algo compleja, especialmente la primera vez que se llevan a cabo formaciones de idiomas y surgen muchas preguntas que resolver. Una vez que se decide, exigen una implementación inmediata. Esto da lugar a aplicar soluciones que, si bien pueden ahorrar tiempo, no son las óptimas. Algos casos de ejemplo:

¿No se puede realizar un diagnostico inicial? Haremos que los estudiantes decidan su nivel.

¿No hay tiempo para realizar un lanzamiento adecuado? Haremos que el proveedor mande a los alumnos un breve email de bienvenida.

¿Los directivos están demasiado ocupados para involucrarse? Lo haremos sin su pleno apoyo.

Estos atajos acaban impactando en la percepción de los empleados sobre la importancia que le da la empresa a la formación. La experiencia nos demuestra que los resultados son mucho mejores cuando las empresas invierten más tiempo en la configuración inicial del programa. Alinear expectativas, determinar funciones y responsabilidades de cada rol, y contar con la participación de la cúpula para respetar el tiempo de formación son elementos esenciales para un programa exitoso.

Café para todos

Se puede haber superado el primero obstáculo y tropezar con este error. Ofrecer la misma formación a todos los empleados sin tener en cuenta sus necesidades específicas es un indicador de dejadez y una pérdida de tiempo y dinero. Es necesario evaluar las necesidades de las personas que van a tener acceso a la formación. Es posible que en muchos casos la mejor alternativa sea un inglés general, sin embargo, habrá otros en los que se haga imprescindible un contenido específico aplicable en el puesto de trabajo. De esta forma, garantizamos una formación útil y mejoraremos la motivación del estudiante.

Desarrollar un plan de estudio personalizado es la clave de una formación eficiente en todos los niveles.

No hacer seguimiento

Seguimos avanzando en el proceso que un responsable de formación debe realizar. Incluso cuando se ha identificado la necesidad, y se ha desarrollado un plan de estudio, es necesario supervisar que todo está funcionando correctamente. Todas las partes deben estar involucradas, cada una en su medida, en el proceso de formación.

Para esto, ayuda tener acceso a métricas de seguimiento del estudio que permiten conocer el desempeño de los equipos y tomar las decisiones correspondientes. Solo de este modo se puede maximizar la eficiencia de la inversión que ha realizado la empresa.

Además de los informes, una buena práctica es establecer revisiones periódicas en las que se analiza si se están cumpliendo las expectativas.

No medir el rendimiento de la inversión

Es relativamente habitual hacer encuestas de satisfacción a los estudiantes. Esto está muy bien, pero es un análisis que se queda cojo. Para entender bien el resultado de la formación, debe analizarse en todos los niveles. Por eso, definir las expectativas y objetivos de la empresa desde el primer momento es clave para poder comparar los resultados.

Además, para poder realizar este análisis es necesario contar con una herramienta que recopile datos de evolución del estudiantes. De esta forma se pueden interpretar los indicadores de desempeño que se hayan definido.

Estos son los errores más comunes que puede cometer un responsable de formación y que pueden marcar la diferencia entre maximizar el aprendizaje del inglés o “pasar el expediente” sin ningún beneficio, ni para la empresa, ni para el trabajador. Esto acaba derivando en la desconfianza en los equipos responsables de esta labor.